Conté patentó su invención en Francia, que luego se popularizó y comenzó a utilizarse en diversas fábricas, agregando más adelante accesorios como la goma de borrar o los lápices de colores.
No podía porque antes de escribirlo necesitaba tirarme por el suelo, coger papel de gran formato, recuperar mis lápices de colores, y empezar a dibujar e imaginar todas las opciones posibles.
Este manuscrito, según Sotheby’s, está totalmente inalterado y con anotaciones en lápiz de color, y retiene la forma en que Mahler lo dejó, lo que permite revelar su proceso de composición.
Recuerdo que siempre nos regalaban a mi hermano y a mí lápices de colores y rotuladores, pero fue en unas clases que ofrecí a la Casa de Cultura de mi ciudad donde aprendí.